Rajoy parece tener un serio problema, si es que ya no tuviese bastantes con los suyos propios. Las elecciones se acercan, y Rajoy parce no tener voz ni voto en su propio partido, sino más bien ir siguiendo paso a paso la línea dialéctica marcada por los elementos más conservadores de su formación.
Ayer el PP dio una nueva muestra de lo que para ellos fue la época comprendida entre 1939 y 1975. Mayor Oreja, ex ministro del interior en el gobierno de Aznar, en declaraciones a la Voz de Galicia, se negó a condenar el franquismo por considerar que fue algo normal para muchas familias españolas. No sólo se negó a condenarlo sino que además afirmo que "era una situación de extremada placidez". Placidez, la de los 40.000 fusilados, prisioneras de guerra en cinco años después del final de la guerra. A pesar que el PP condenó oficialmente el franquismo en 2002, parece ser que algunas de sus cabezas visibles no están muy de acuerdo con esta decisión. Acebes salió al paso para intentar apagar el fuego, pero evitó desautorizarle.
Al pobre Mariano I de España parece salirle enanos por todos lados, como si ya no tuviese bastante con tres fantásticos: Aznar, Acebes y Zaplana.
No debemos dejarnos engañar por un partido que entra en estas contradicciones, y en cual parece haber elementos importantes de nostalgia hacia una de las etapas más oscuras de la historia de España. En marzo, hay que votar, que nadie se quede en casa, hay que impedir que gente como ésta vuelvan a regir los destinos de todos los españoles.
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